¿Tienes alguna cicatriz en el cuerpo?

Es probable que tu respuesta haya sido: ¡Sí!


Quizá tienes una cicatriz por algún trauma, como una caída, una lesión en hombro o rodilla, o incluso quizá te has roto un hueso. Seguro que esas cicatrices te las ha tratado algún fisioterapeuta o te han recomendado que te muevas la cicatriz en el postoperatorio.

¿Pero sabes que hay muchos otros tipo de cicatrices? Hay cicatrices que tenemos desde pequeños como una apendicitis, una hernia umbilical o hernia inguinal y quizá hayan pasado desapercibidas porque llevan toda la vida contigo.

Del mismo modo, es posible que tengas alguna cicatriz nueva y tampoco las hayas tratado como una cesárea, una episiotomía, una abdominoplastia, una laparoscopia para quitar un quiste o un aumento de mama.

TODAS las cicatrices que tenemos en nuestro cuerpo DEBEN ser TRATADAS.


Repetimos, ¡TODAS!

Tras una intervención hay una afectación de la piel, el tejido graso, el tejido fascial, el tejido aponeurótico, peritoneo, los planos musculares y las vísceras. Se produce una creación de nuevo tejido para volver a unir estas capas, pero en ocasiones se producen fibrosis o queloides.

Vamos a centrarnos en las cicatrices “viscerales” que podemos tener y que en muchas ocasiones al “sólo” verse una pequeña línea en la barriga podemos llegar a pensar que todos los cambios que hemos sufrido en nuestro cuerpo “no son para tanto”.

El cuerpo nos da pequeñas señales para avisarnos de que esa cicatriz debería ser tratada:

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  • Dolor, rigidez, picor, pinchazo o quemazón en la zona de la cicatriz
  • Dolor secundario o zonas cercanas como en las caderas, zona lumbar, abdomen o suelo pélvico
  • Dolor durante las relaciones sexuales
  • Hiposensibilidad (zona dormida) o hipersensibilidad (un roce es doloroso)
  • Estreñimiento, cambios en la motilidad intestinal, ardor o digestiones pesadas
  • Hipotonía abdomen, no vuelve a estar igual de fuerte que antes

Uno de los músculos más importantes de nuestra musculatura profunda es el transverso del abdomen. Éste es como una faja muscular que da el sostén postural y la contención visceral. Y es el primero en activarse antes de iniciar cualquier movimiento, junto al suelo pélvico y los multífidos (músculos entre las vértebras).

Podemos afirmar puesto que ya hay mucha evidencia científica al respecto, que una lesión en el abdomen, una cirugía, un problema respiratorio o una lesión lumbar pueden producir una desactivación de estos tres músculos.

Es decir, no funciona nuestra sinergia abdóminopélvica de manera involuntaria. La consecuencia más habitual es el dolor lumbar o la incontinencia urinaria entre otros. Por todas estas razones te recomendamos que te cuides y escuches todas esas pistas que te ha dado tu cuerpo.

EL DOLOR NO ES NORMAL. ¿A QUÉ ESPERAS?

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